RINOTRAQUEITIS FELINA

La rinotraqueitis infecciosa felina, también conocida como coriza, es una enfermedad vírica que afecta a los gatos que es altamente contagiosa y frecuente en el periodo invernal.

 

Se trata de una infección de vias repiratorias altas con afectación de la mucosa nasal, conjuntiva. garganta, tráquea y que con frecuencia si no se trata convenientemente puede derivar en una bronquitis o incluso en una bronconeumonía.

 

Los síntomas más frecuentes son, fiebre, apatía, obstrucción y secreción nasal, descarga ocular mucopurulenta, estornudos, tos y dificultad respiatoria, por lo general los animales afectados se encuentran débiles y suelen dejar de comer por la dificultad al deglutir, así como de beber, lo que puede ocasionar una deshidratación.

 

El diagnóstico se basa en el claro cuadro clínico, y el tratamiento al ser una enfermedad vírica es sintomático y se centra en antipiréticos, antiinflamatorios, antibióticos para evitar infecciones bacterianas secundarias que compliquen aún más el cuadro, y a liberar la vía aerea, con limpieza de las fosas nasales (es importante retirar toda secreción adherida a la nariz, para facilitar la respiración del animal), así como limpiar los ojos.

También es importante mantener al gato en reposo, en un ambiente a temperatura agradable, y separado del resto de gatos con los que conviva, debido a su caracter altamente contagioso, o incluso conviene separar los comederos y bebederos para reducir las posibilidades de contagio.

 

Por lo general podemos decir que si el tratamiento se establece a tiempo y se cuidan las medidas de manejo señaladas anteriormente, la evolución, es favorable y poco a poco el animal irá mejorando ,comiendo y bebiendo con normalidad hasta una total recuperación, si bien al tratarse de un proceso vírico, puede tardar incluso varias semanas en recuperarse. Igualmente es una enfermedad que si no se trata y no se controla al gato, puede terminar por hacerse crónica o incluso derivar en una bronquitis o bronconeumonía con el consiguiente riesgo para la vida del gato.

 

Finalmente como prevención, existen distintos tipos de vacunas con una alta eficacia que se deben administrar a los gatitos jóvenes en dos dosis separadas por unas 3-4 semanas, y posteriormente revacunaciones una vez al año en gatos adultos.